miércoles, 10 de septiembre de 2008

Monos con navaja.

Durante la previa de un partido, al igual que los futbolistas, el resto también debieramos hacer concentración, en especial los periodistas de fútbol. Por último que se dedicaran a hablar de otros deportes, pero no de fútbol. Obviamente, eso es un imposible, pero soñar es gratis. En general no tengo buena opinión de los periodistas, pero con los de fútbol, con esos tipos -como diría Serrat-, hay algo personal.
En este caso, exculpo a la Universidad respectiva. No creo que cursos más o menos de deportes los haga mejores. Es como que en el caso de los deportes, en especial el fútbol, el mercado funcionara a la inversa, una suerte de darwinismo pero al revés; la selección natural de la tontera. Aunque, como en la vida, en las redacciones deportivas tiene que darse algún caso tipo negrito de Harvard, el mercado en este caso al revés, es igual de cruel que funcionando al derecho.
Veamos el proceso. El primer filtro es la escuela. En los primeros años, como que al ver tu futuro como el reportero pelotudo –que no tiene que ser sinónimo de pelotero- espanta y como de paso, no te suma puntos con las mujeres, es normal que más de uno deserte. Verte a los treinta años, con la guata universitaria que ya no baja –aunque tu estómago se haya vuelto de minas después licenciarte- sin pelo, soltero, corto de plata, juntando boletos para rendir cuentas de caja chica a fin de mes, todo eso para escuchar a un tipo contestándote “no se nos dieron las cosas”…. es de valientes y masocas. Es como que te guste la Católica.
El segundo es la práctica profesional, partiendo si quedas en algún medio con deportes. Si sobrellevas esos tres meses funcionando de manera digna, agarrando rápido las mañas, haciendo simplemente lo que te piden, hablando cuando sólo sea necesario, tener el suficiente olfato para que el editor –jefe de prácticas- retenga tu apellido y el estómago para aguantar un servicio militar en el medio, o sea trabajando como (y más de una vez en) negro o boleteando, puedes considerarte parte de la familia del fútbol.
Como el requisito segundo es universal a otras secciones – o frentes informativos-, el tercero, y fundamental, es que te guste el medio. Más que inteligencia, como muchas cosas en la vida, la diferencia es saber hacerla. Pasado esto, entraste al gremio de la más idiota de las ramas del oficio; la familia del fútbol. En honor a la verdad, no sé si es la más oligofrénica, pero es la que más se ve, lee o escucha. La más evidente.
Curiosamente, los pocos periodistas de fútbol que he conocido son tipos más que inteligentes. En realidad no debiera haber problema, si hablar de fútbol no es monopolio de los idiotas. El problema, de estos tipos inteligentes, es cuando hablan de la pelota, transformándose automáticamente en pelotas. Aparece de la nada una especie de Hulk con la inteligencia de un diálogo de película porno. Hace unos meses estuve con un tipo que conocí en la U como alguien con dos dedos de frentes, y partiendo de esa base previa, le consulté con un ¿ y tú que estás en el medio, qué te parece Bielsa?
La respuesta me dejó sin respuesta, y sólo atiné a seguirle la corriente, moviendo la cabeza. Más que decirme, no me gusta este tipo por a,b.c o f, o un por último fracasó con Argentina, me salió con esta defensa medio corporativa que sale el gremio, que no los dejaban reportear, que no se decía nada en la ANFP, que Bielsa no hablaba, por ese lado fue el argumento. Si Bielsa no es Dios, y que meta la pata, por Dios que la mete, aunque creo que el balance desde hace un año es raya para la suma
A esta manada la conoceréis por sus frutos. Ya vimos el debate previo a los partidos con Bolivia y Venezuela, que dejaban a las finalistas del Miss Reeff como si fuese un debate entre Platón y Sócrates. Vimos como se dejó a Brasil como si fuese la selección de Andorra, y los medios, en una actitud (in) digna de la peor de las planchas, sólo mostraron la portada de La Cuarta el día domingo como si fuera el exclusivo medio que habló tonteras. Como si todo lo escrito, visto y escuchado, se borrase con el codo. En un sesudo análisis de una nota de MEGA en el noticiero de las nueve del miércoles se exponía de la ventajas físicas que los brasileños sacaron en el partido del domingo. Hasta ahí, bien. El problema es que la fortaleza física era solamente la altura. Se olvidaron de la velocidad, resistencia y sobre todo que son brasileños juegan fútbol desde antes de caminar. Independiente si Chile gane, pierda o empate mañana, esta chichita nos ha curado demasiado. Lamentablemente no creo que haya generación de reemplazo, porque el más inteligente de los tipos que pueden llegar a ser parte de esta familia, se mimetizan demasiado rápido, independientemente que siempre aparezca un negrito de Harvard por ese vecindario.