viernes, 23 de mayo de 2008

El 21 en 525 líneas

Aunque cuando los feriados caen un día miércoles suelen ser tener efectos molestos, como cortar en dos una semana, al fin y al cabo, es un feriado, lo que siempre se agradece. Es que lo que parecía ser un día martes, en realidad es un viernes, y dado que me voy en unos minutos más, se agradece el doble.
Él motivo de este feriado era un 21 de Mayo. En mi casa no hubo bandera en el balcón, pero sí el televisor sintonizando el discurso de la Presidenta en el Congreso. Teniendo en cuenta que, teniendo la opción del cable y con el control remoto dirigiendo la orquesta en 525 líneas arropado desde mi cama -que grande es el control remoto-, que lo haya sintonizado y seguido, es meritorio. Bueno, no lo ví entero, pero algo, siempre es algo.
Tratando de no repetir lo de siempre en estas fechas, destacaría lo siguiente:
a) Digo Presidenta, no "la Bachelet": creo que esto puede ser síntoma que tengo menos de machista que ayer. Eso puede ser bueno, dado que como buen hijo de esta tierra, el machismo viene de la leche materna y de los primeros juegos. O pueden ser los 29, el primer paso a cumplir 30, y ya "respetas las instituciones", lo que es el inevitable paso a que te vuelvas más conservador, mancha que te comienza a cubrir como a Anakin mientras pasaba a ser Vader. Mejor lo primero, aún a riesgo de caer en una mentira.
b) Fue fome. Pero lo han sido así desde años, y como una teleserie mala, uno sabe el guión que vendrá, en el noticiero de las dos, y después a las 21 horas. La nota con la foto, los hermosos jardines de Carro Castillo, la oposición que estuvo malo, la Concertación que fue bueno -no dije Concerta!!....parece que son los 29- y bueno, los computadores, la reforma de pensiones -que ya venía de antes- más becas -¿pincharé alguna?- , para variar pocos sueños e ideas. Que lo más cercano a un sueño país sea ser como Portugal el 2020, o sea desarrollados, es raro. Que los soñadores sean los Ministros de Hacienda, eso esta mal, con todo respeto por Portugal y el Ministro Velasco. Y mal porquienes debieran soñar.
c) Lo que salvaba el día, la final de la Champions estuvo fome. Lo siento por quienes tienen un paladar más fino, pero salvo el primer tiempo -un pedazo- y los penales que se perdieron Cristiano Ronaldo, y en especial el capitán del Chelsea, fueron lo mejor. En especial el último, de antología. Para que nunca más se huevee a Cazsely.
d) La lluvia nunca fue tanto como una lluvia, sólo una molestia que mantuvo la ropa mojada. Además, no había sopaipillas. La lluvia llegó al día siguiente.

Finalmente, el día terminó. El despertador volvió a sonar cuando debía hacerlo y así llegué hasta hoy, estirando el chicle hasta las 17:00. Mucho no queda, con las 16:59.

miércoles, 14 de mayo de 2008

1968.

¿Qué más se puede decir de 1968? Bueno, en realidad ese año fue Mayo, y aunque sólo duró un mes, quizá algo más, su resaca vuelve a rondar de vez en cuando. Mucho ya se ha escrito y buena parte de ello son, sin duda, los mitos y (pre) juicios, casi dogmas de fe. Mayo 1968 sigue en la mente, aunque mucho de aquello sea una canción de Joan Baez, jovencitos con el puño en alto, hoy cándidos abuelos de sesenta, quizá el viejo choro que comparte un pito con tus amigos. ¿Qué quedó? Un Bob Dylan setentón, y pensar que hace casi tan poco cantaba en plenos años setenta. Un Vietnam que hoy es una maquila, Checoslovaquia existe sólo en una novela de Havel o Milan Kundera. Un hombre nuevo que siguió siendo el mismo viejo de siempre. Una píldora que, salvo en países como Chile, hace rato no es sinónimo de trasgresión; sostenes que ya no se queman, sino se recambian en cómodas cuotas. De allí hasta hoy nada cambió, pero todo fue distinto.
Mucho más podría seguir diciendo, pero sería repetir axiomas o plantear hipótesis que no tiene mucho sentido comprobar; todas ellas finalmente se encausan en aquellos rebeldes, después exitosos hombres públicos o de negocios, todo lo que alguna vez combatieron. Los antiguos hippies, los hombres nuevos de aquellos años. La conclusión suena obvia y los personajes de nuestra historia reciente aparecen como una tentación para ser puesta por escrito en los párrafos siguientes. Pero el peligro de la caricatura está siempre latente, riesgo inherente a la casi inevitable narración de procesos de (re)conversión o vueltas de chaqueta.
Sin ser un estudioso del 68 –ni muchos menos- tengo la idea que en el Hombre Unidimensional de Mercuse está la clave que todo ello haya sido sólo un sueño. Pero Marcuse es demasiado enredado para explicarlo ahora, y creo que en mi supuesto descubrimiento de una clave para entender 1968, hay más de una búsqueda de ella que una explicación real (en resumen, probablemente lo entendí mal). En el libro de Cohn-Bendit –que tiene título de novela de Marcela Serrano- hay una reconstrucción de historias personales y distintos caminos post-68. En fin, hay varias cosas, hay canciones notables de ello. Pero a veces creo, que lo que pasó allí es más simple y complejo como el mismo hombre.
La mejor explicación la encontré en una película, cuya gran gracia era no ser una película de esos años. Se llama Edukators. Sin hacer una resumen de la película, en ella hay una escena decidora; Hardenberg (Burghart Klaussner –el papá de Alex en Good Bye Lenin) es interrogado por uno de sus secuestradores, Jen (Daniel Brühl, Alex de Good Bye Lenin) Hardenberg, quien es un ejecutivo de éxito, al conocer a sus secuestradores, fuma un pito de marihuana con ellos, y bueno, hicieron lo que nunca deben hacer secuestrado ni secuestrador: conversar. Y resultó que Hardenberg había sido amigo de Rudi Dustchke, pero obviamente sin seguir un camino a lo Baader-Meinhof. Obviamente, tras una leve resaca, llegó a la mañana siguiente la pregunta de rigor: ¿Por qué tomaste otro camino, en que minuto?
La respuesta fue tan simple como notable: Un día quise cambiar mi auto destartalado por uno con aire acondicionado. Quise una casa, seguridad para mis hijos y sin darme cuenta, en las urnas, voté por la CDU (que en Chile sería la derecha, aunque el que está se encuentre a la derecha del mundo, pero ese es otro tema). Esa fue la respuesta. En algún minuto uno se vuelve grande, cosa que aún no sé que es ni que significa. Parafraseando la película, si no eres de izquierda antes de los 30 no tienes corazón, pero si tienes 30 y eres de izquierda, no tienes razón. Pero a 40 años de Mayo 1968, el problema es que tengo casi 30 y el escaso corazón que tenía, ¡ahora resulta que no tiene razón alguna! A mi favor está que nunca fume pitos, no creo en el amor libre, no quise cambiar el mundo. Si bien ya no creo en lo que creía, tampoco tengo que creer en lo que despreciaba (las razones de ello, vendrán en otro escrito). Bueno, no fui MAPU, ni Hippie. Y la razón fue simple: mi infancia fue en los 80 y la adolescencia en los 90’, y la conclusión de ello, a la vista.


EDUKATORS: http://www3.ifcfilms.com/theedukators/
http://www.imdb.com/title/tt0408777/

"La Revolución y nosotros que la quisimos tanto": http://www.amazon.com/Revolucion-Nosotros-Que-Quisimos-Tanto/dp/843396609X/ref=sr_1_1?ie=UTF8&s=books&qid=1210775494&sr=8-1

viernes, 2 de mayo de 2008

Veintinueve.


Cuando tenía 20, quizá un par de años menos o un par de años más –la verdad no lo recuerdo con exactitud, más de una vez imaginé qué iba a hacer o estar cuando cumpliese 30 años. Algunas son las cosas de las que se supone estarían cuando uno llegara a este número. Habían muchas ideas, algunas de ellas media inconexas entre sí. Una imagen era la del tipo relativamente exitoso: estable en pega, un buen sueldo para vivir tranquilo y disfrutar de una vida cómoda. Otra es la del soñador que se fue a Aysén o Chiloé, en un lugar verde, con ese olor a barro, una cabaña con olor a leña a medio quemar, a botas húmedas. En una calle de Berlín o Dresden, caminando desde la biblioteca donde estudiaba mi hipotético doctorado sin destino y sin rumbo. Paseando por Praga o pensando en cuanto me demoraría en llegar a algún café en los alrededores del MACBA. Imágenes en las que, por cierto, incluían el despertar con quien hipotéticamente amara en aquella postal.
Son imágenes construidas a partir de sensaciones, deseos en ese minuto, divagaciones. La verdad es que el tiempo pasó demasiado rápido. No me fui a vivir a Aysén ni a Europa, recién hace poco tengo contrato, terminar el magíster se me ha hecho medio cacho, y la idea del doctorado no es tan clara como antes. Desde hace un tiempo, la cama se hace más fría durante el invierno y en el cine no me queda más concentrarme en la película. Pero al mismo tiempo, de una manera u otra, muchas de las cosas terminé por decidirlas yo, un camino del que no me imaginé hacer, ni tiene cierta coherencias con las imágenes que “fabrico” hoy, pero del que solito construí, con cierto orgullo por esta particular paternidad.
Estoy a un paso de los 30, y la claridad en mi vida no parece estar cerca. Ya no creo en mucho de lo que creía, lo que no significa que creo en lo que antes y todavía, tengo cierto desprecio. Hay nuevas preguntas, algunos recuerdos que vienen a visitarte a veces, viejos sueños inconclusos. Hay amigos que siguen siendo los de ayer, gente nueva, y también gente de una enorme importancia para mí que se fueron, como los dinosaurios de Charly, sea por que la muerte se los llevó o la vida me hizo estar en veredas opuestas o en historias en las cuales ya no tengo cabida.
Probablemente no me vaya a Aysén o a Juan Fernández, aunque pude volver a ir a la isla ¿Porqué mis sueños a veces tienen que ver con islas de un verde austral, calles europeas o que a tu lado alguien te diga te amo o no me imagino sin ti? ¿Por qué los sueños tienen que cambiar o uno mismo cambiar? Ahora me encanta hacerme mierda los pulmones y si fumo poco es para evitar que un pelotudo vestido de blanco me diga, previo pago de un bono, que debo dejar de fumar.
Al mirarme al espejo, recuerdo que ya no tengo 20, pero que no me siento como está la gente de 28 o 29, que va a tomarse un trago y disfrutar del otoño de Santiago después de la oficina, a pensar en irse a Buenos Aires por un fin de semana. No tengo un niño que me despierte el fin de semana para jugar diciéndome papá, ni pensar en ir a almorzar a la casa de los suegros. También recuerdo que ya no estoy en la facultad, ni juntando monedas para arreglar el mundo tomando cerveza y mirando con crítica la falta de coherencia, ni pensar que podía llegar a tolerarla.
Pero estoy acá, con 29, escribiendo esto un 1 de mayo bajo una incipiente noche fría de Santiago, dando los últimos retoques a este escrito, a lo que no pasó, a las imágenes que no fueron. Sabiendo que mucho de esto no sé si tiene mucho sentido escribirlo, y que mañana es un nuevo día, en el que sonará el despertador a las siete y veinte para salir de la cama diez o quince minutos después. Que tomaré la bicicleta dentro de un espectro acotado de calles y empezaré a terminar lo pendiente de ayer. Y entrando a los 30, donde nada quedó demasiado resuelto, pero donde casi todo cambió.