jueves, 31 de julio de 2008

Cuento viejo.

Hay lugares comunes, y dentro de esta clasificación, ciertamente existen algunos más comunes que otros. Uno de ellos son los políticos. Pero esto no es lo que suena. Si existe algo odioso es la gente que habla mal de ellos. Que son unos ladrones, lo peor de lo nuestro, lo único que sirven es para nada, corruptos, viven en otro planeta, etcétera. Tampoco es que sean santos de mi devoción (no tengo alguno en realidad) ni que sean simplemente un mal necesario (esos son los bancos). No se trata de sacar reflexiones importantes, para eso están los cientistas políticos (los serios).
En estos días, la política se vuelve entretenida. No edificante, ni profunda ni mucho menos interesante. Pero si muy entretenida. Obviamente, me refiero a la época de elecciones. Es el tiempo donde los gallos se miden en la cancha, en una especie de test match donde el trofeo en juego es de bastante mayor importancia que la Copa Gato, Chile o incluso una Libertadores. Nada menos que el poder. Es cierto que en las municipales vota bastante menos gente que en una parlamentaria, para qué decir de una presidencial. Tiene su razón en que el sentido épico de una elección de vida o muerte no se da dentro de una comuna, aunque lo trascendente que pueda tener un comicio, más aún comunal, hace rato no tiene demasiado sentido.
Ello sin contar que suena bastante mirador en menos pensar que pavimentar una calle, o autorizar una feria libre o quitarle la patente a una botillería no sea muy elevado ni importante, dado es la experiencia directa que casi todo el mundo tiene con lo político. Un alcalde está a cargo de la educación o la salud de mucha gente y es el intermediario, el que pone firma a muchas soluciones, aunque no sea con recursos de ellos. En cambio, un parlamentario habla. En Chile, los alcaldes son como verdaderos reyes, efectistas como pocos y capaces de crear redes clientelísticas como nadie. Son lo más cercano a un peronista a este lado de la cordillera, lo que de paso, le pone cierto sabor a nuestro medio político.
Llegará la campaña. Chapitas, folletos, poleras si te haces amigo de alguien de un comando (nunca están de más si planeas pintar la pieza, mudarte de casa o te hace falta un pijama), colgantes de celular o una polaroid y apretón de manos con el candidato. Una oportunidad histórica para comenzar a armar un archivo histórico de nuestro acervo electoral o juntar mugre, como se le mire. Y la elección por supuesto, pero para ello falta paño que cortar.

miércoles, 30 de julio de 2008

ABC Municipal 2008

Si bien cumplir la mayoría de edad no marca un antes o después para hacer muchas cosas, hay cosas para las que es necesario cumplir 18. Y puede decir mucho de uno quien lo hace. Algunos sacan carnet de manejar, otros viajan fuera de Chile por primera vez. En mi caso, me inscribí en los registros electorales y voté hace ya largos once años. Casi soy un veterano en estas lides, en entintarse el dedo, doblar el voto y ponerle la estampilla. Incluso hasta podría sonreír ante un flash mientras deposito el sufragio en la urna (un cajón de manzana adaptado para la ocasión). Más de una vez me vi tentado de llevarme el lápiz grafito como souvenir, pero hay que mantener la compostura.
No obstante, tanto espíritu cívico me traicionó y terminé siendo vocal de mesa, aunque en mi defensa, me enteré de ello por el diario y no por leso, como ir a votar a las siete de la mañana. Y resultó como pueden ser las primeras veces en algunas ocasiones: podría haber sido peor. Si ser vocal puede ser fome, más lo es en una municipal sin emoción y más aún en una mesa que de antemano se ve tan aburrida que ni llegan apoderados de mesa a asomarse. Pero como trato dejar la rabia y la pica para cosas que valgan más la pena enojarse, no sólo dejo atrás la modorra pasada sino que dejo esta pequeña y humilde contribución: un pequeño ABC para esta municipal que se nos avecina.
Así como hay algunos que dan lecciones (o cuentos) sobre mujeres, otros recetas para pasar la caña y asomarse dignamente al almuerzo del domingo, y los más bravos a vivir relajados entre tanto idiota por metro cuadrado, puedo hacer un esfuerzo en esto. Un espíritu más 2.0 o wikipedista me diría que debiera nutrirme con contribuciones de lectores. Pero como no tengo la más puta idea si esto se lee ni sé habilitar comentarios (a lo mejor lo hice y no me di cuenta: no es primera vez que me pasa). Es lo que hay.
Alcalde: la versión cívica del cacique. Si es de un pueblo chico puede llegar a ser una versión posmoderna y refinada del patrón de fundo. Puede reelegirse cuantas veces quiere. Notiene la plata de un Ministro de Hacienda en tiempos del boom del Cobre y es lo más cercano que tenemos a un peronista.
Alianza: suma de la UDI más una montonera llamada RN.
Colorines: ex militantes de la DC incomprendidos por el mundo, guardianes de la ortodoxia socialcristiana con un celo de tal magnitud que sólo ellos saben dónde está. Haciendo honor a la sigla donde ahora pertenecen (PRI) se tomaron su nuevo hogar en una operación digna del viejo Corleone.
Concejal: hasta el 2004, el premio de consuelo si no se resultaba electo alcalde. Después de esa fecha, aún no lo sé. Sería injusto eso sí atribuirle algo negativo, como también atribuirle algo que no lo sé. Es como el dedo chico del pie, para algo servirá.
Concertación Democrática: Democracia Cristiana y Partido Socialista
Concertación Progresista: El PPD y los radicales
Concertación por la Democracia: las dos anteriores sumadas, que se supone después de Octubre volverán a ser juntas como hermanastros.
Chileprimero: PPD en su versión pura. Expulsados del PPD por ser más papista que el Papa. Si tienen blog, serían también parte de Atina Chile.
Juntos Podemos: pacto que en realidad significa algo así como “entre todos la hacemos”. Dueña de una solidez granítica que se agrieta cuando hay que votar en segunda vuelta o esperar que el Congreso por fin se raje con un sistema que suelte un diputado como moneda que cae del teléfono público. Un ejemplo que ilustra que dos más dos no necesariamente es cuatro.
PC: Antiguos come lactantes que ya no asustan ni en bajada, salvo a veteranos de la guerra contra el marxismo, blogistas mercuriales u ociosos escritores de misivas al director del Decano, o monumentos nacionales a los que la amenazaban en sus tiernos años con la versión bolchevique del viejo del saco si no se comían la comida. Sigla con la que hoy se conoce a un computador de escritorio.
PDC: Conceptualmente complicado. Hombres de sangre amarilla. La verdad, bastante respetables. Mochila con la que me cargan a tallas, como algo que siempre fui en el fondo. Por colegio, biografía etc. Elemento que me haría ser una especie de Anakin Skywalker, con la flecha roja comiéndome silenciosamente el brazo y el alma sin darme cuenta. Un riesgo, sobre todo que cada día soy más viejo.
PPD: Indefinible. Si en una licuadora se meten una naranja y un plátano, sale un jugo de de naranja plátano. Pero si a eso se le añade un tomate, una manzana, un pepino, kiwi, frutilla y melón calamañeno, pierde el sabor y sale cualquier cosa. Y si a esa mezcla, se le echa un durazno, sigue saliendo cualquier cosa. Eso es el PPD. Tiene todos los ex: MAPU (ya partimos mal), comunistas, miristas, izquierdistas cristianos, evangélicos, ecologistas, progresistas, liberales, necesitados de un pituto, etcétera.
PRI: Sigla de origen mexicano, que agrupa a provincianos llorones del centralismo y caciques, fundamentalmente nortinos. En la actualidad en toma por los colorines. Los provincianos siguen allí, como invitados. Se ponen con la once y ayudan a pagar las cuentas.
PS: Parecido al PPD (pero no igual) aunque respetable. Tiene Comité Central, historia y cierta argumentación intelectual. De compleja relación con el PC, es como el ex, pero vengativo.
Radicales: Al igual que los hinchas de la Unión Española, sub-110 en su mayoría (lo que dice el prejuicio eso sí). Me sentaría con ellos en la mesa, sin duda. Comen y toman bien. Buenos negociantes de cupos parlamentarios. Pillos, buenos si se tienen de socios.
RN: Montonera venida a más debido a la presencia en sus registros de militantes de un candidato presidencial favorito en la quiniela y que tiene gruesa billetera propia. Tienen en su militancia desde antiguo momio que se formó leyendo el Diario Ilustrado hasta liberales que quieren una derecha moderna –no chilena. Tienen el complejo de antiguo hijo natural, que busca ser reconocido por el hermano extranjero. El único problema es que afuera la derecha es la DC, y acá, son ellos.
UDI: Los guardianes de la cristiandad y la civilización occidental, pero bien vestidos y de universidades reconocidas (no necesariamente por el Estado). Con problemas de crecimiento (les ha ido bien) y ciertos síntomas de montonera, pocos eso sí. El nuevo Ejército Blanco comebolcheviques, pero efectivo. Disciplinados como los viejos comunistas, pero con billetera propia.

martes, 22 de julio de 2008

El funcionario C.


Hay días en los que mejor es quedarse en la cama. Especialmente en invierno, con escolares en vacaciones (bueno, no todos en realidad) y cuando las sábanas se transforman en pesadas cadenas. Pero al final, las sábanas no son cadenas, sino pedazos de género que finalmente salen de una patada, debido a la falta de delicadeza que tiene el reloj de avanzar y que, bueno, al final hay que levantarse. El único problema es que uno se levanta con el pie izquierdo de todas formas, y uno no puede pedir una licencia por ello.
Hoy es uno de esos días en que andas con ganas de quedar en pausa, en que las cosas andan al revés. Es un día que, al mismo tiempo, no andas con las ganas de mandar todo a la soberana mierda. Es un día en que, simplemente, funcionas. Un día en que eres, simplemente, un funcionario. No de esos con estatuto público o tipo Universidad de Chile, en que tienes que casi poner una bomba atómica para que te echen, o que hasta para levantar el teléfono pides un memo a Contraloría, pero que estás como el promedio: estando pato, a tres cuartos de mes transcurrido; el Banco que te cobró la comisión mensual dos veces; hay más pega; el año se te hace como un día y la semana, como un fin de semana; de esos en que ni Facebook aparece como una alternativa agradable para sacar la vuelta. Veamos la causa de ello.
Creo que parte de la culpa la tiene el equipo del cual uno es hincha. En serio. La Católica es como esa mujer que sabes que es la mujer de tu vida, que es perfecta y lo tiene todo, pero como que algo le falta, de la que, sólo después de analizarlo, estás enamorado. Una relación medio esquizoide, que no vas a cortar, pero que a diferencia de una mujer, no sólo no te va a patear sino que volverás a ella sin dar siquiera una explicación. En que más que la mujer de tu vida, parece la mujer para el resto de tu vida
Tal vez es la Concertación. Porque al final, votas por ella. Aunque hayas votado por Hirsch, y votes por el candidato del PC en el 2009, siempre dejarás la capilla y volverás a la Catedral. Aunque vuelva Lagos o incluso Frei. Pese a que te des cuenta que ya no tiene ningún sentido, que éste gobierno es lo más cercano a un gobierno de centro-izquierda –que se supone que es la Concertación- que podrás ver sin que llamen a los militares a las calles al estilo de una espada de los Thundercats. A pesar que nunca le tuviste cariño, ni que ya no le tengas respeto, los volverás a votar en enero del 2010, aunque la derecha, más tenebrosa que el cuco o el viejo del saco, ya ni te asuste. No porque tenga piel de cordero, sino porque es cuento del lobo
Puede ser el que pertenezcas a una generación que es la nada misma. Que no peleó contra la dictadura y que cuando estabas en la Media, los pingüinos de 2006 estaban con suerte en la básica. Que cuando llegó la hora de ser “rebelde”, tipo 17 o los 18, estaban los Nuevos Tiempos de Frei más que vivos, no había crisis asiática, Arellano, José Pablo era un muro de Jericó ante un estudiantado sin trompetas que hacer sonar, y Pinochet no sólo aún no era benemérito, sino el activo general al que mis compañeros de curso le pedían autógrafos en Arica, durante el Viaje de Estudios de 1996.
Probablemente sea Chile. Un país donde el pueblo unido se parece más a una vieja canción de un Quilapayún antes de ser editado por EMI. Qué está bastante cerca del desarrollo como nunca, pero el que cada vez se ve más fome. Un país autosuficiente, medio depresivo, provinciano y egocéntrico. Ordenado, que siempre hace sus tareas pero que cada vez más se mira al ombligo. O simplemente yo con un mal día, que sin ser negro es solamente gris, donde sonó el despertador a la misma hora de siempre, quedaron cosas pendientes de ayer y que cuando amenazaba con llover, no llovió sino sólo ocurrió el frío de Santiago.

Entre el anticomunismo y la tontera.


Lo sé. Leer “El Mercurio” hace mal, pero echar una hojeada –y opinar- en el blog mercurial, puede ser peor. En realidad, no sé que puede ser peor. Tratando de ser objetivo, en realidad peor es el blog. Pareciera que Chile es otro planeta, en donde un viejo lugar común se repite: la bestia roja. Una versión 2.0 de comeguaguas, pirómanos de conventos, violadores de monjas, agitadores de los campos, los que tras un destierro en el baúl de la historia, aparecen con la naftalina a cuestas desde el exilio de los recuerdos.
La presidenta Bachelet pareciera un atormentado Kerensky en el Palacio de Invierno, aunque La Moneda sea su versión papel roneo (la original fue destruida por los Hawker Hunter en 1973) a la espera de un ejército blanco que esta vez sí sepa hacer frente a nuestras propias hordas de Trotsky. El ministro Andrade es una especie de Juan Negrín , al que sólo falta entregar fusiles a furiosos obreros y donde Velasco, Andrés vendría a ser una especie de Manuel Azaña, menos decorativo que el presidente de la República eso sí. Los obreros se han alzado, aunque creo que más bien nos acostumbramos a una especie de capitalismo esquizoide, donde los sindicatos no existían o eran como lo vieja sede de la Cut, cayéndose a pedazos. Aunque lo normal, en una sociedad normal, es que existan
Poco importa que poco quede de ello. Que ya no somos tan pobres, aún cuando sea posible seguir encontrando al Luchín de Víctor Jara, aunque sin la regularidad que en aquellos años. Que el hombre nuevo haya vuelto a ser viejo, sea por el exilio, la tortura, una vuelta de chaqueta o la simplemente la vida misma.
Todo esto es curioso, casi ridículo, pero viejos fantasmas aparecen en los blogs, en especial el mercurial. Pero más curioso, es que el comunismo sea como es en estos días el ministro Velasco: culpable de todo. ¿La herencia de 1973? Es curioso, pero en aquellos años, los socialistas parecían estar más cerca de lo que podría haber sido nuestro 18 de Julio de 1936, (que simplemente fue un 11 de Septiembre) donde un incendiario subsecretario de Economía MAPU - posterior presidente de la Telefónica chilena- se parecía más a nuestra versión de Durruti que el próspero empresario postdictadura que termino siendo. Y los comunistas, bueno, terminaron siendo lo que simplemente fueron.
Pero hoy, pagaron el pato. No EL, sino varios. Inclusive los que no les correspondían. Hoy mendigan una alcaldía por aquí, otra por allá, alguna diputación dentro del binominal que caiga como moneda de algún teléfono público. Entonces, por qué tanta rabia con ellos ¿Quizá fue porque, varios años después de 1973, tomaran las armas y no apostaron por la democracia posible? Tal vez, pero el que hoy los comunistas, marxistas o como se llamen sean parte de las hordas colectivas, no tenga que ver en su totalidad con 1973, ni siquiera con Frei. También con los años de González Videla, e incluso con la Guerra de España, con los años del salitre y los obreros que bajaron de la pampa a Santiago.
No ser comunista no implica ser anticomunista. El anticomunismo es más una enfermedad, que lleva décadas, mucho antes de 1973. Implica no reconocer la complejidad y diversidad que existió entre los mismos marxistas incluso durante una misma época. Es estar ciego a que la URSS y el Pacto de Varsovia se pareció más a la vieja inseguridad rusa por sus fronteras que a un revolución proletaria.
Robert McNamara, el Donald Rumsfeld en la época de la crisis de los misiles, sufrió esta enfermedad. Reconoció hace un par de años, en un documental (Fog of War), el que quizá habría sido una de las grandes causas en la subestimación estadounidense hacia Vietnam: el andar viendo una lucha contra comunistas, mientras que los vietnamitas asumieron la guerra como la continuación de la lucha anticolonial, cuya primera fase había acabado en 1954. Pero aún, hay enfermedades que ni el fin de la Guerra Fría, la represión militar o el régimen civil post 1990 pudo curar del todo, como el anticomunismo. Leer el Diario Ilustrado o El Mercurio de aquellos años es leer en parte el blog mercurial de hoy y ver que en el fondo, hay cosas que se demoran más en cambiar.

sábado, 12 de julio de 2008

El retorno del Rey.



A falta del glamour de una dinastía y de los consiguientes escándalos mundanos inherentes a una Corte Real, Ricardo Lagos debe ser lo más parecido que hemos tenido a un monarca, claro que en su versión civil, republicana y democrática. Cierto es que, tomando en cuenta el ejercicio efectivo del poder, Pinochet fue lo más cercano a un rey. Pero a diferencia del general con nombre de emperador, Lagos carece de su mediocridad intelectual, no tiene líos con Impuestos Internos y tampoco posee un pasaporte como Daniel López u otro nombre de chapa.
Tiene esa cosa llamada estampa, no es petaco y le queda bien la banda tricolor. A diferencia del Señor de la Gerencia –como lo bautizó el Clinic-, no sólo no se cambia de equipo de fútbol por unos cuantos votos – ¿qué pensará Radomiro Tomic?- sino que no se hace la cirugía estética, y los ternos le quedan bien de mangas. A riesgo de caer en la caricatura, Lagos se parece a Francois Miterrand. El Estado soy yo o más bien Yo soy el Estado. Retando a sus ministros y periodistas, ofreciendo relaciones –a Bolivia- aquí y ahora o negándole un sí –que no es lo mismo que decir que no- a George W cuando decirle NO tenía algún costo.
Tengo incluso tengo mis dudas que el famoso Centro Cultural que está a un costado de La Moneda, en el subterráneo no se llame en realidad Museo Ricardo Lagos. La gente lo salió aplaudiendo, aunque en estos años pareciera que todo, partiendo por el Transantiago, fuera culpa de él. El pago de Chile. Dice que no está en campaña, aunque parece en una suerte de calculado autoexilio. Más bien está pendiente del calentamiento global, viajando con sus nietos por la Europa –la vieja- o siguiendo la contingencia desde Caleu, mordiéndose la lengua por no opinar más a menudo, aunque el invierno se le haga más llevadero (allí puede prender una chimenea).
Recientemente vimos lo más cercano al oráculo de Delfos en nuestra política chilensis: la famosaencuesta CEP, cuyos números suelen leerse como profecías de Nostradamus y no como cifras de una seria encuesta, fue leída como la pole position de nuestro criollo Silvio Berlusconi en su ruta a La Moneda. Si bien parte de los números señalan eso, las encuestas hay que leerlas de primera fuente –bajando- los respectivos informes, y no lo que dicen en la prensa. Por ejemplo, cuando se compara con la medición anterior, si esa variación no es superior al margen de error –en este caso 3%-, no se puede hablar un cambio –mejor o peor-, esto destacado por el mismo CEP en su informe, cuando una variación superaba el 3%. Lamentablemente, no se lee los informes del CEP, sino lo que el diario leyó de ellos. Pero eso es otro tema.
Volviendo al tema. Si bien majaderamente Piñera ganaba en todas las hipotéticas segundas vueltas, ojo en esta pregunta “¿Quién le gustaría que fuera Presidente?” (lamentablemente no se preguntó por quien cree), el accionista de Colo-Colo efectivamente tiene un 32% y Lagos sólo un 19%. La diferencia es que Piñera está corriendo sólo y Lagos, en silencio. Otra diferencia es que hay tres candidatos en la Concertación y además de Lavín. Los dos candidatos de la Alianza suman un 41%, y los de la Concertación suman 44%. (ERROR: LA PREGUNTA A LA QUE CORRESPONDEN ESAS CIFRAS ES: SI LAS ELECCIONES FUERAN EL PRÓXIMO DOMINGO...)
Ni siquiera voy a argumentar que, aunque Piñera gane, llegaría con una coalición de gobierno, que no tiene un desgaste de años de gobierno por razones obvias y aun así, la Concertación la supera. Sin contar que llegaría con un Congreso en contra, lo que es perfectamente predecible gracias al binominal. Tampoco que nuestro Berlusconi pierda; por el contrario, es probable que gane. Ese margen de probabilidad seguramente disminuirá cuando la Concertación, tenga su candidato, siempre que sea único, siendo casi imposible que tenga menos del 40% de los votos. El resto es cuento y titular de diario.
Todo esto y cómo se ve, lleva a pensar que Lagos será el candidato (el instinto de sobrevivencia puede llevar eso). Pero como no soy experto en esto, sino un simple gerente- estafeta-redactor-diseñador de un blog, retomo el título. Pareciera que nuestro Miterrand fuese como este Aragorn –pero con corona- presto a reasumir el trono cedido. Sin embargo, hoy se parece al Rey de Rohan, que terminará por inmolarse durante el asalto a Gondor. No se ven huestes que lo sigan convencidamente: sus seguidores, algunos en puestos del Estado y los que no, en aquellos Think Tanks que florecieron como callampas después que entregó la banda el 2006, se ven cansados. Otra cosa es que el Rey también lo esté, lo que no está tan claro.

viernes, 11 de julio de 2008

Tratado de Onanismo: estudios y consideraciones previas.

Imagino el oficio de columnista y debo confesar lo difícil que debe ser para éste escribir periódicamente. Una página que, salvo esa rayita negra que parpadea en la pantalla, está en blanco. La tortura del primer párrafo y el reloj que avanza rápido cuando debiera andar a paso de tortuga. También imagino el papel de un editor, nervioso porque no le llega el borrador a tiempo. En mi caso, ambos roles están fusionados. Como buen artista de circo pobre, lugar al que a veces se parece la vida, uno suele hacer ambos roles y a veces más. Siendo riguroso, tan complicado no lo es. La gracia de un blog es que escribes lo que te apetece y como no sé habilitar la opción de comentarios, no tengo mayor complicación de si lo que escribo tendrá finalmente mayor sintonía entre potenciales lectores que aquellos programas que ofrecen departamentos de mil UF y fracción, transmitidos los domingos por la mañana.
Lentamente, reproduzco clichés y enciendo un cigarro dinamita pura –sólo tabaco-, tratando eso sí de no dejar cenizas sobre el teclado. Escena que, por cierto, se ve un poco ridícula. Siendo honesto, no tengo vocación de escritor ni llevo un narrador frustrado en mis venas, como sería un periodista durante su paso por el aula. Lo de escritor se me quitó cuando me di cuenta que los cuentos me quedaban bastante fomes y se confirmó cuando me di cuenta que no sería el Günter Grass de mi tiempo, que se echa de menos en este Chile de principios de siglo, en lista de espera de un desarrollo lejos por llegar, pero que tan lejano no está. Lo de narrador frustrado se debe a que, si bien saqué la vuelta como Dios manda durante mi licenciatura, me dediqué a cosas más útiles que escribir, como por ejemplo leer.
Por ello es que planteo seguir una suerte de borrador a lo que hoy le saco el quite más de lo que el pudor señala: una tesis. El objeto de estudio sería el onanismo y la hipótesis sería que es un estado de existencia cuya conceptualización sería en extremo simplificada y mal entendida. En primer lugar, el concepto de macaquero, pajero, elevador de volantín, jugado por la personal, remite la imagen de una edad adolescente ejerciendo su soberanía bajo las sábanas o un pantalón. Una imagen errónea, pues ese ejercicio no tiene edad ni género.
Por tramo etáreo suena más divertido mencionar la adolescencia –a lo American Pie-, pues graficar o poner por escrito dicha práctica en la adultez, se parece a un personaje de novela de Houellbecq, y ello significa cualquier cosa menos que risa (aún cuando uno pueda matarse de la risa leyendo “Las Partículas Elementales” o “La Ampliación del Campo de Batalla”). Según género, pensar en una investigación centrada en el “sexo débil” es meterse bajo las patas de un caballo epiléptico. En el caso masculino, ello sería ridículamente fleto. Andar haciendo estadística de pajas por jornada o de metraje alcanzado es delirante. Sin contar su simplismo, por cierto.
También está el elevador de volantín en versión mental, que no necesariamente está relacionado con el ejercicio unilateral de la virilidad. De eso, uno lee –y escribe- con regularidad y ciertamente con temáticas que poco tienen que ver políticas de fomento a la testosterona vía TV cable, publicación impresa o Internet. A veces tiene que ver con la inmortalidad del cangrejo, un debate epistémico sobre el dedo chico del pie o un estudio de caso sobre los usos que se le puede dar a un boleto de micro, práctica que el Transantiago terminó por mandar al destierro más allá del área metropolitana. Eso sí, tampoco hay que ser tan drásticos: ideas notables han surgido de esta praxis.
Finalmente, se encuentra el macaquero en su salsa. Es decir, el huevón flojo. Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Por ejemplo, realizando una tesis bajo subsidio paterno, con banda ancha y quemador de cd a disposición. Mirando la pantalla cuando una bajaba estupideces a 4 kb/s, y los números variaban de a poco. La tecnología nos ha puesto en aprietos. Ahora uno puede bajar un disco en menos de una hora y como la conexión no se cae -a menos que estés colgado-, no tiene mayor gracia ese ejercicio. Sin contar que, esta vez, no tengo banda ancha ni menos subsidio paterno, lo cual siendo honesto, es bastante más sano y con gracia. Convicción que por cierto, uno va llegando con los años (aunque tampoco significa que me he vuelto abuelo sin nietos: yo creo que nací medio viejo chico). A ello se suma que, en verdad, tengo una tesis que terminar y el Señor de la Querencia está empezando.

martes, 8 de julio de 2008

Fe de erratas

Se me fue a la "chuña" lo que escribí recién. El Mundial Juvenil fue el 87, no el 88. El resto sigue igual

Veinte años es nada


No me acuerdo mucho de 1988. Vivía en Concepción, cumplí nueve años y fui lobato. Vi un Mundial de Fútbol desde una gradería. Era juvenil por cierto, pero era un Mundial. Canadá, Nigeria –íbamos con banderas nigerianas de regalo, una especie palo blanco-, Italia y creo que Brasil, además de una semifinal en que jugaron Alemania Occidental y Chile. Un torneo bien sui generis, en que jugaba otra Alemania y Yugoeslavia. También ese año recuerdo al NO, en que la mayoría del Colegio estaba a favor del NO, aunque algunos estaban por el SÍ. Ese año ganó el NO y por cierto me alegré, pero sin saber qué es lo que significaba eso, aunque uno se decía de oposición. Sabía que se iba Pinochet, pero con lo que alguien de nueve años puede comprender de ello.
A los pocos años comprendí que en Chile había más gente del SÍ de la que creí, cuando llegué a los Sagrado Corazones en Viña. Al poco tiempo, ya no habían dos Alemanias, y justo cuando empecé a sentir cierta gracia de hacer de ruso si uno jugaba con soldados, la URSS empezó a desmoronarse (en esa época se era más guagualón y se podía jugar un poco más con soldados). Acá también muchas cosas cambiaron, aunque uno no parecía darse cuenta de ello y finalmente, con los años pasó lo que todos conocemos, que se puede resumir en lo que uno fue leyó, estudio o simplemente conoció después.
Ahora tengo casi 30 años y en estos veinte años pasé a sentirme más “gobiernista”, aunque con vergüenza muchas de las veces. Pero en la práctica los votaba, así que bueno y en silencio los seguí votando, aunque en segunda vuelta. Aunque pareciera que esta vez sí la derecha será gobierno, este gobierno no ha sido tan malo, no al menos como lo pinta El Mercurio. Pese a todo, el gobierno de Bachelet ha sido lo más parecido a un gobierno de centroizquierda en estos años. Existe algo parecido a un sistema de protección social, por ejemplo, pero parece que las cosas se jodieron, y no se ve cambio o aire nuevo. Y lo que podría ser aire nuevo, está bastante sucio. Cuando llegó Viera-Gallo, después Pérez Yoma, una especie de rescate de la vieja guardia, quedó claro que las cosas no iban a cambiar. A lo mejor, no tenían que cambiar.
No soy de esos que creen que la Bachelet tiene la cagada. Por el contrario, no me ha decepcionado, pero porque no tenía grandes expectativas. Pero estos años tienen más sabor a despedida que nunca, a una caída del telón. Eso no tiene que ver con que Piñera sea presidente, porque la Concertación puede volver a ganar, pero ya no hay más que hacer. Si bien estos veinte años no son poco, parecen ser como una hoja que se cae en un Otoño, pero que por esos azares de la vida pasamos al Invierno sin saber cómo ni cuandom, con la hoja negándose a caer.
Poco recuerdo de 1988, pero sí de estos 20 años. Chile ha cambiado bastante, pero hay cosas fundamentales en que no, pero de una manera muy mínima. Pinochet dejó el poder y este mundo, pero su sombra sigue presente. Ese 43% por ciento que lo apoyó no ha bajado demasiado, pese a todo. Eso dice mucho, de quienes lleguen al poder y de quienes lo han estado desde esa época que se abrió hace 20 años. La Derecha, que (im)pacientamenente espera lo que ya parece una profecía autocumplida, y tras 20 años, parece que volveré a decirme de oposición, pero con un dejo de tristeza y decepción. No como el niño que era lobato, fue a un Mundial de Futbol, y cuyo recuerdo del NO era un tipo que rompió mi banderita del NO, la que sacaba desde el viejo Toyota. El mismo que intuyó alegría, pero donde hoy sólo existe un invierno sin la lluvia que debiera y con sólo el frío y el smog de siempre.