martes, 22 de julio de 2008

Entre el anticomunismo y la tontera.


Lo sé. Leer “El Mercurio” hace mal, pero echar una hojeada –y opinar- en el blog mercurial, puede ser peor. En realidad, no sé que puede ser peor. Tratando de ser objetivo, en realidad peor es el blog. Pareciera que Chile es otro planeta, en donde un viejo lugar común se repite: la bestia roja. Una versión 2.0 de comeguaguas, pirómanos de conventos, violadores de monjas, agitadores de los campos, los que tras un destierro en el baúl de la historia, aparecen con la naftalina a cuestas desde el exilio de los recuerdos.
La presidenta Bachelet pareciera un atormentado Kerensky en el Palacio de Invierno, aunque La Moneda sea su versión papel roneo (la original fue destruida por los Hawker Hunter en 1973) a la espera de un ejército blanco que esta vez sí sepa hacer frente a nuestras propias hordas de Trotsky. El ministro Andrade es una especie de Juan Negrín , al que sólo falta entregar fusiles a furiosos obreros y donde Velasco, Andrés vendría a ser una especie de Manuel Azaña, menos decorativo que el presidente de la República eso sí. Los obreros se han alzado, aunque creo que más bien nos acostumbramos a una especie de capitalismo esquizoide, donde los sindicatos no existían o eran como lo vieja sede de la Cut, cayéndose a pedazos. Aunque lo normal, en una sociedad normal, es que existan
Poco importa que poco quede de ello. Que ya no somos tan pobres, aún cuando sea posible seguir encontrando al Luchín de Víctor Jara, aunque sin la regularidad que en aquellos años. Que el hombre nuevo haya vuelto a ser viejo, sea por el exilio, la tortura, una vuelta de chaqueta o la simplemente la vida misma.
Todo esto es curioso, casi ridículo, pero viejos fantasmas aparecen en los blogs, en especial el mercurial. Pero más curioso, es que el comunismo sea como es en estos días el ministro Velasco: culpable de todo. ¿La herencia de 1973? Es curioso, pero en aquellos años, los socialistas parecían estar más cerca de lo que podría haber sido nuestro 18 de Julio de 1936, (que simplemente fue un 11 de Septiembre) donde un incendiario subsecretario de Economía MAPU - posterior presidente de la Telefónica chilena- se parecía más a nuestra versión de Durruti que el próspero empresario postdictadura que termino siendo. Y los comunistas, bueno, terminaron siendo lo que simplemente fueron.
Pero hoy, pagaron el pato. No EL, sino varios. Inclusive los que no les correspondían. Hoy mendigan una alcaldía por aquí, otra por allá, alguna diputación dentro del binominal que caiga como moneda de algún teléfono público. Entonces, por qué tanta rabia con ellos ¿Quizá fue porque, varios años después de 1973, tomaran las armas y no apostaron por la democracia posible? Tal vez, pero el que hoy los comunistas, marxistas o como se llamen sean parte de las hordas colectivas, no tenga que ver en su totalidad con 1973, ni siquiera con Frei. También con los años de González Videla, e incluso con la Guerra de España, con los años del salitre y los obreros que bajaron de la pampa a Santiago.
No ser comunista no implica ser anticomunista. El anticomunismo es más una enfermedad, que lleva décadas, mucho antes de 1973. Implica no reconocer la complejidad y diversidad que existió entre los mismos marxistas incluso durante una misma época. Es estar ciego a que la URSS y el Pacto de Varsovia se pareció más a la vieja inseguridad rusa por sus fronteras que a un revolución proletaria.
Robert McNamara, el Donald Rumsfeld en la época de la crisis de los misiles, sufrió esta enfermedad. Reconoció hace un par de años, en un documental (Fog of War), el que quizá habría sido una de las grandes causas en la subestimación estadounidense hacia Vietnam: el andar viendo una lucha contra comunistas, mientras que los vietnamitas asumieron la guerra como la continuación de la lucha anticolonial, cuya primera fase había acabado en 1954. Pero aún, hay enfermedades que ni el fin de la Guerra Fría, la represión militar o el régimen civil post 1990 pudo curar del todo, como el anticomunismo. Leer el Diario Ilustrado o El Mercurio de aquellos años es leer en parte el blog mercurial de hoy y ver que en el fondo, hay cosas que se demoran más en cambiar.