martes, 22 de julio de 2008

El funcionario C.


Hay días en los que mejor es quedarse en la cama. Especialmente en invierno, con escolares en vacaciones (bueno, no todos en realidad) y cuando las sábanas se transforman en pesadas cadenas. Pero al final, las sábanas no son cadenas, sino pedazos de género que finalmente salen de una patada, debido a la falta de delicadeza que tiene el reloj de avanzar y que, bueno, al final hay que levantarse. El único problema es que uno se levanta con el pie izquierdo de todas formas, y uno no puede pedir una licencia por ello.
Hoy es uno de esos días en que andas con ganas de quedar en pausa, en que las cosas andan al revés. Es un día que, al mismo tiempo, no andas con las ganas de mandar todo a la soberana mierda. Es un día en que, simplemente, funcionas. Un día en que eres, simplemente, un funcionario. No de esos con estatuto público o tipo Universidad de Chile, en que tienes que casi poner una bomba atómica para que te echen, o que hasta para levantar el teléfono pides un memo a Contraloría, pero que estás como el promedio: estando pato, a tres cuartos de mes transcurrido; el Banco que te cobró la comisión mensual dos veces; hay más pega; el año se te hace como un día y la semana, como un fin de semana; de esos en que ni Facebook aparece como una alternativa agradable para sacar la vuelta. Veamos la causa de ello.
Creo que parte de la culpa la tiene el equipo del cual uno es hincha. En serio. La Católica es como esa mujer que sabes que es la mujer de tu vida, que es perfecta y lo tiene todo, pero como que algo le falta, de la que, sólo después de analizarlo, estás enamorado. Una relación medio esquizoide, que no vas a cortar, pero que a diferencia de una mujer, no sólo no te va a patear sino que volverás a ella sin dar siquiera una explicación. En que más que la mujer de tu vida, parece la mujer para el resto de tu vida
Tal vez es la Concertación. Porque al final, votas por ella. Aunque hayas votado por Hirsch, y votes por el candidato del PC en el 2009, siempre dejarás la capilla y volverás a la Catedral. Aunque vuelva Lagos o incluso Frei. Pese a que te des cuenta que ya no tiene ningún sentido, que éste gobierno es lo más cercano a un gobierno de centro-izquierda –que se supone que es la Concertación- que podrás ver sin que llamen a los militares a las calles al estilo de una espada de los Thundercats. A pesar que nunca le tuviste cariño, ni que ya no le tengas respeto, los volverás a votar en enero del 2010, aunque la derecha, más tenebrosa que el cuco o el viejo del saco, ya ni te asuste. No porque tenga piel de cordero, sino porque es cuento del lobo
Puede ser el que pertenezcas a una generación que es la nada misma. Que no peleó contra la dictadura y que cuando estabas en la Media, los pingüinos de 2006 estaban con suerte en la básica. Que cuando llegó la hora de ser “rebelde”, tipo 17 o los 18, estaban los Nuevos Tiempos de Frei más que vivos, no había crisis asiática, Arellano, José Pablo era un muro de Jericó ante un estudiantado sin trompetas que hacer sonar, y Pinochet no sólo aún no era benemérito, sino el activo general al que mis compañeros de curso le pedían autógrafos en Arica, durante el Viaje de Estudios de 1996.
Probablemente sea Chile. Un país donde el pueblo unido se parece más a una vieja canción de un Quilapayún antes de ser editado por EMI. Qué está bastante cerca del desarrollo como nunca, pero el que cada vez se ve más fome. Un país autosuficiente, medio depresivo, provinciano y egocéntrico. Ordenado, que siempre hace sus tareas pero que cada vez más se mira al ombligo. O simplemente yo con un mal día, que sin ser negro es solamente gris, donde sonó el despertador a la misma hora de siempre, quedaron cosas pendientes de ayer y que cuando amenazaba con llover, no llovió sino sólo ocurrió el frío de Santiago.