miércoles, 4 de junio de 2008

¿Everton Campeón?

Cuando a los 49 con 18 del segundo tiempo Selmán pitó la final de vuelta, en Viña probablemente una noche muy rara se vino sobre la laguna Sausalito. Es que, con todo el respeto y sin ánimo de ofender a mis amigos evertonianos, es una escena que no me puedo imaginar. Partiendo por el lugar donde celebrarán, ¿será la calle Valparaíso, que por más arreglos que le hacen se ve es más fea? ¿Acaso en el Reloj de Flores, un arreglo de flores que se ve mucho más hermoso en Photoshop que en la vida real? ¿En la avenida de Perú, con aquella acequia a tajo abierto del Marga-Marga como fondo? Es que aunque Viña es una ciudad hermosa, cuesta imaginarse celebrando algo allá.
No es por ser aguafiestas, ni nada por el estilo. Para nada. Si hay algo por lo que eternamente hay que estar agradecido a Everton es por haber impedido que la palabra penta se borrara del léxico colocolino y aquella pesadilla haya pasado de largo. Es que Penta es una palabra para el Real Madrid de la Quinta del Buitre a finales de los 80’, el Manchester en los 90’, o por el último el Glasgow Rangers escocés. Para equipos con cinco títulos en cinco años. Pero ponerlo en boca de un equipo que toma la fase regular para la chacota –por segundo torneo consecutivo-, clasificando para la ronda de ocho mejores en un noveno lugar, clasificando por un gol de visita a la final, con un 49,33% de rendimiento y que más encima se llame Colo-Colo, habría sido una pesadilla. Por eso, como buen nacido, no me cabe más que darle las gracias a Everton.
En mis 14 años en que viví en Viña, créanme, aprendí a respetar a quienes son hinchas de Everton. Seguir a ese equipo es sinónimo de amar el fútbol y a los que conocí, lo siguieron con el Sausalito vacío, aguantando ver un Everton-Palestino teniendo como alternativa ver la Premier League por ESPN y como hasta Wanderers daba una vuelta en primera. Más encima las pocas celebraciones que evertonianos tuvieron fue cuando subían a primera. Es un club, que si bien teniendo la camiseta de Boca Juniors, daba pena, partiendo por la sede de calle Viana. Ser hincha de ese equipo habla bien de esa persona que lo sea. Es para sacarse el sombrero. No cualquiera tiene vocación de mártir, por más que muchos de esos hinchas que ayer repletaron Sausalito dejarán de ir cuando Everton vuelva a ser lo usual. Pero eso pasa en todos los equipos de esta larga y angosta faja de tierra.
Por eso, que ganen es de aquellas cosas que alegran de verdad. Más aún, que ganen como lo hicieron, a quien le ganaron, y sobre todo, la pesadilla que abortaron. Con tres goles en el segundo tiempo, Miralles y el viejo “Liebre” Riveros –que repitió la gracia que logró con Wanderers el 2001-, son nombres que quedarán, como el de Spedalleti el 76. Más aún, esa la alegría debe ser mayor con Wanderers jugando hoy en los potreros. Bien por ellos, y mejor por la palabra penta, que se respetó a si misma.