viernes, 13 de marzo de 2009

El Vocero cuelga los estoperoles.

En un gobierno  como el actual, con cerca de 20 ministerios, resulta difícil recordar el nombre de todos los ministros actuales. Más aún los que ya no lo son. Saber de los ministros es casi una pregunta del tipo sabes más que un niño de quinto básico o algo así.  Pero hay algunos ministros de los cuales es difícil olvidarse.  Uno de esos es Vidal.

Es impresionante lo que sucede con Vidal, especialmente con el que estuvo hasta hoy. Claro, sigue siendo ministro –como ya lo fue antes-, pero algo será distinto. La diferencia más obvia, por cierto, es que ya no será vocero. Eso significa, por tanto, que hablará menos. Pero se nos olvida que ya fue vocero hace más de cinco años, y allí mucha gente lo alabó. Hoy también, pero despierta una odiosidad curiosa.

 Reconozco, de entrada, que el tipo me caía bien como vocero. Claro, se le pasaba la mano, pero decía las cosas altiro, sin anestesia.  No andaba muy diplomático, pero no era el canciller. El tipo era un vocero y su labor consiste en hablar. Esa es la pega del vocero, decir  las brutalidades que la presidenta, por cortesía, no dice. Es bien difícil, la verdad, no decir brutalidades con una derecha con 18 años de abstinencia obligada del poder político y con una Concertación capaz de seguir a cargo del boliche con puerta lateral en Morandé 80, pero sin saber para qué.

Vidal es como esos futbolistas que se echan el equipo al hombro, pero a punta de patadas, chuchadas, la famosa garra. Eso hizo durante el 2008, el peor año de la Concertación, donde falto poco para que se cobraran los tres billetes de cien pesos adeudados para parar la olla y sacar cuanto folleto picante, hecho de papel roneo, para hacer sonar y decir, y va a caer. Y ahí estuvo. Para la patada y el combo. Todo esto en un año en que la Concertación se sacaba los ojos con las dos listas de concejales, sus intelectuales de palacio se miraban el ombligo mientras reflexionaban sobre la inmortalidad 2.0. Y en que por supuesto, la presidenta no se metía en los temas de la Concertación (nada de lesa, por lo demás). En realidad, no se mete.

Ahí estuvo Vidal, tratando de hacer de Mascherano en el Liverpool, pero llegando a jugar como el peor “chuletín” Musrri de todos los tiempos. Así pasó poco más de un año. Pese a todo, no lo hizo mal. Pero sigue resultando raro que la derecha le dé tan duro. ¿Se le habrán soltado las trenzas al vocerito, como lo llamó alguna vez Fidel?  Mi impresión es que antes estaba Lagos y ahora no. No es que eche de menos a Lagos –Dios me libre-, pero el ex presidente hablaba de todo, opinaba de todo, se metía en todo y más encima reta a los periodistas hasta el día de hoy. Con ese jefe, cualquiera se opaca.  Con Bachelet no.

Después de aguantar y dar patadas, lo sacan del partido. Craso error. Vidal es a Piñera lo que Trivelli fue para Piñera. Alguien que fuera capaz de jugar paletas en la playas del Mapocho, dejarlo en ridículo por ir a hacer el loco en helicóptero al Volcán Chaitén. Y Piñera, pese a todo, no crecía. De hecho, con toda una Concertación empeñada en mandarse a mismo a la cresta, Piñera no pasó el 50%. (bueno, en encuestas chantas de diarios, obvio que sale presidente) Pero los fusibles se queman, y como no había repuesto, se manda a un exilio dorado, como es hoy Defensa.

¿Por qué la derecha lo odia tanto, casi como fue “Barnabás” Vergara en los tiempos de Allende? En un asado, un amigo PPD me dio la clave: Vidal fue uno de los suyos, renegó de ellos y se encarga de recordárselo. El ahora ex vocero tenía una gran habilidad: la derecha siempre picaba con él.

De esta manera, se va una barrera de defensa transformada hoy en una inútil Linea Maginot. Razón. No la sé, sólo sé que cuando las encuestan señalan popularidad, comienzan las tonteras. Las hace la presidenta, pero las hace Piñera, haciendo el loco en Chaitén (pero es inteligente: manda Monckeberg a hablar las leseras). Además, como todo el mundo sigue las encuestas y varias lo situan como ganador, tiene línea de crédito para hacer y decir tonteras. En fin, un gran error: si hay en algo en que es experto Vidal, es en hacer pisar el palito a la derecha. Buena, con esta derecha, ella misma pone la planta del pie encima del cactus (porque tenemos la derecha que nos merecemos, creo que Piñera no será presidente).